domingo, 3 de agosto de 2008

Vistazo sobre una coproducción

Por Mario Wainfeld

“El Rey ya no es emperador en su reino. Es un proveedor de relatos entre otros, un candidato más en el mercado de las noticias. Los artífices del acontecimiento abren en la reunión de redacción los sobres de propuestas y deciden cuál es el mejor, según sus propios criterios. Pero el acontecimiento son ellos.”


Régis Debray, El Estado seductor

No se tiene registro de que algún gobernante haya ganado o perdido el favor popular por una conferencia de prensa. Por suerte, los ciudadanos forman su juicio por múltiples factores, en especial en defensa de sus intereses, valores y creencias. En paralelo, no hay gobierno en la tierra que no deba comunicar obsesiva y cotidianamente como parte de sus deberes y como recurso para sostener su legitimidad. Estos dos principios (muy generales) chocan en algún punto. Sucede que la conferencia de prensa es un género mediático en el que el político, máxime si se trata de una Presidenta, arriesga más de lo que puede ganar. Un exabrupto, una cavilación o un error pueden multiplicarse a la enésima potencia. Trastabillar es factible y nadie dejará de percatarse. Como alivio para el entrevistado, la conferencia masiva es menos incisiva que otros formatos, por ejemplo, que un buen reportaje realizado por uno o más periodistas con tiempo y preparación suficiente, que propicia la ilación para tratar un tópico a través de preguntas encadenadas. O una conferencia con temática más acotada.

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