Por Moira Soto
En su erudita pero no por ello menos divertida y erótica novela Fanny, Erica Jong cuenta el encuentro de la protagonista con un grupo de mujeres expertas en hierbas y conjuros. Una de ellas le explica a Fanny, felizmente embarazada: “Son muchas las mujeres inocentes que han sido quemadas o ahorcadas en toda Europa e incluso aquí, en la alegre Inglaterra, porque sabían asistir los partos, curar a las mujeres con hierbas”. En esas fechas, pleno siglo XVIII, el poder médico ya había pasado a manos masculinas. Cuando llega la hora del nacimiento, Fanny es atendida a escondidas por una comadrona que le revela algunos secretos de su oficio y luego le explica: “Los médicos parteros y todos los de su especie tal vez quieran obligarnos a creer que el embarazo y el parto son aflicciones, no bendiciones, pero incluso en medio de los dolores que nos infligen, nosotras podemos vislumbrar alegrías”.
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