sábado, 19 de abril de 2008

Un/a médico/a ahí

Si hay una especialidad científica capaz de definir las relaciones que el saber médico establece con las mujeres, ésa, sin duda, es la ginecología. Las visitas y consultas acompañan toda la vida, permiten la toma de recaudos anticonceptivos y también disfrutar de la sexualidad. Pero, a la vez, la relación cercana con quien pone sus manos y ojos ahí puede disparar temores y situaciones poco gratas. ¿Quién no ha escuchado, o vivido, al menos un relato de maltrato, de desconcierto o simplemente de inseguridad relacionado con la consulta? Algunas cosas, sin embargo, parecen estar cambiando.

Por Moira Soto
En su erudita pero no por ello menos divertida y erótica novela Fanny, Erica Jong cuenta el encuentro de la protagonista con un grupo de mujeres expertas en hierbas y conjuros. Una de ellas le explica a Fanny, felizmente embarazada: “Son muchas las mujeres inocentes que han sido quemadas o ahorcadas en toda Europa e incluso aquí, en la alegre Inglaterra, porque sabían asistir los partos, curar a las mujeres con hierbas”. En esas fechas, pleno siglo XVIII, el poder médico ya había pasado a manos masculinas. Cuando llega la hora del nacimiento, Fanny es atendida a escondidas por una comadrona que le revela algunos secretos de su oficio y luego le explica: “Los médicos parteros y todos los de su especie tal vez quieran obligarnos a creer que el embarazo y el parto son aflicciones, no bendiciones, pero incluso en medio de los dolores que nos infligen, nosotras podemos vislumbrar alegrías”.

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