viernes, 22 de febrero de 2008

“Sos una desagradecida; si no fuera por mí, terminabas en un zanjón”

María Eugenia Sampallo Barragán, hija de desaparecidos, declaró ayer cara a cara frente a su apropiador Osvaldo Arturo Rivas, a quien acusó por haberle robado su identidad. Detalló cómo le mintieron.

Por Laura Vales

Durante dos horas y bajo la mirada de su apropiador, María Eugenia Sampallo Barragán le contó ayer a un tribunal oral cómo fueron los años de su infancia y adolescencia, en los que vivió con otro nombre, sin saber que era hija de desaparecidos. Este es el primer juicio que una joven apropiada realiza contra el matrimonio que la crió como si fuera propia. María Eugenia, a quien le dijeron que había sido “adoptada”, recordó las versiones que oía cuando les preguntaba a sus apropiadores qué había pasado con sus padres: le dijeron que habían muerto en un accidente, más tarde que su mamá era una mujer que hacía la limpieza y la regaló, o que era una azafata que vivía en Europa y había quedado embarazada en la Argentina de una historia extramatrimonial.

En la audiencia, María Eugenia estuvo acompañada por su familia biológica: su abuela, dos tías y un hermano, a quienes reencontró cuando recuperó su identidad en 2001. Fue la primer testigo del día; en la sala de los tribunales federales de Comodoro Py –la misma donde se realizó el juicio por la AMIA– se ocuparon todos los asientos destinados al público. El tribunal tuvo que habilitar el piso alto, destinado a la prensa, para la gente que había quedado afuera. La joven entró poco antes de las 11. De pantalón rojo y saco negro, parecía menor a los 30 años que cumplió días atrás. Se sentó en el sitio de los testigos y prestó juramento.

–¿Lugar y fecha de nacimiento?

–No lo sé.

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