viernes, 6 de junio de 2008

Mi lucha

06 de Junio de 2008 | Espido Freire

En estos días de crisis la realidad se retrasa respecto al reloj y el absurdo, el miedo, se hace más evidente. Se palpa, las vacaciones a plazos, los insultos en los periódicos, el estreno del último Indiana Jones, las salvajadas del Jackass, los anuncios de coches, los famosos que amenazan con matar, los Simpsons que ríen y los palestinos que lloran, el régimen de Biomanán y la Eurocopa, todo mezclado, ni siquiera sangre, ni siquiera sexo, sólo violencia soterrada, aburrimiento evidente, una satisfacción sosa y sensual en ver, en imaginar lo que no se ve, la apatía de sofá y mirar y sentir que todo se ha visto ya. Aburrimiento, mentiras y dinero.

Leer entre líneas conduce a la ceguera; al menos, aún conservamos la capacidad para no ver cuando hay demasiado por ver, no pensar cuando son muchas las ideas que tratan de inculcarnos; si escucháramos realmente todo lo que nos dicen, si nuestra mente consciente ordenara y reflexionara sobre las imágenes (la única que vemos en todos los canales), las ideologías (la única idea) o el mundo (ese mundo único, por el que tan agradecidos deberíamos estar, más allá hay monstruos, espectros descarnados) nos volveríamos locos, autómatas, muñecos en manos de otros muñecos.

Yo, aún así, soy feliz. Abro mi escuela literaria en Madrid, el verano se presenta dedicado a los cursos que por fin impartiré en ella, casi mi casa, todo mi método; enseñaré a escribir, a leer, a enfrentarse a la retórica y la dialéctica. Mi manera de enfrentarme a imágenes, ideología, al mundo.

En estos días de crisis la realidad se retrasa respecto al reloj y el absurdo, el miedo, se hace más evidente. Se palpa, las vacaciones a plazos, los insultos en los periódicos, el estreno del último Indiana Jones, las salvajadas del Jackass, los anuncios de coches, los famosos que amenazan con matar, los Simpsons que ríen y los palestinos que lloran, el régimen de Biomanán y la Eurocopa, todo mezclado, ni siquiera sangre, ni siquiera sexo, sólo violencia soterrada, aburrimiento evidente, una satisfacción sosa y sensual en ver, en imaginar lo que no se ve, la apatía de sofá y mirar y sentir que todo se ha visto ya. Aburrimiento, mentiras y dinero.

Leer entre líneas conduce a la ceguera; al menos, aún conservamos la capacidad para no ver cuando hay demasiado por ver, no pensar cuando son muchas las ideas que tratan de inculcarnos; si escucháramos realmente todo lo que nos dicen, si nuestra mente consciente ordenara y reflexionara sobre las imágenes (la única que vemos en todos los canales), las ideologías (la única idea) o el mundo (ese mundo único, por el que tan agradecidos deberíamos estar, más allá hay monstruos, espectros descarnados) nos volveríamos locos, autómatas, muñecos en manos de otros muñecos.

Yo, aún así, soy feliz. Abro mi escuela literaria en Madrid, el verano se presenta dedicado a los cursos que por fin impartiré en ella, casi mi casa, todo mi método; enseñaré a escribir, a leer, a enfrentarse a la retórica y la dialéctica. Mi manera de enfrentarme a imágenes, ideología, al mundo.

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