jueves, 20 de marzo de 2008

Aznar-loa

MARUJA TORRES 20/03/2008

Los españoles estamos celebrando el quinto aniversario de la guerra que terminó en Irak al tiempo que empezaba, pero entonces no lo sabíamos, y que continúa, como ya no ignoramos. Conmemoramos el evento escuchando de nuevo la voz sensual, conmovedora y abismal del único compatriota que tuvo el valor de sacarnos del aislacionismo taimado y de la inapetencia atlántica, involucrándonos a fondo en política exterior. Nuestro nombre, el de la heroica España que formaba parte del brioso Ejército invasor de Mesopotamia -en el pelotón de cola, pero no por ello menos dignos ni menos responsables-, a punto estuvo de escribirse con todos los honores en el mármol de la Historia. ¡Cuando lo pienso! Imaginen un monolito de marmolillo, posiblemente en Washington, dedicado al lejano país que, allá por la Península Ibérica -cerca de Honduras-, colaboró en la democratización de los sufridos súbditos de Sadam Husein.

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