sábado, 22 de marzo de 2008

La marca del exilio

Tema insoslayable en la historia argentina, el exilio ha sido una constante sin la cual no se podría explicar a la cultura local. Este informe analiza los diferentes rostros y matices del destierro. La expatriación en la política y en la cultura. Los que se fueron y los que se quedaron durante la dictadura. Las polémicas. Los exilios no forzados. Los testimonios de intelectuales y artistas.

Por: Jorge Fondebrider

Hay un viejo chiste de Eugenio –una suerte de Landriscina catalán–, que dice que España es una suma de autonomías apenas vinculadas por la cadena de tiendas El Corte Inglés. Así, con ironía, el cómico explicaba las particulares circunstancias políticas de su país. Parafraseándolo, podría decirse que la historia argentina se estructura como una serie de golpes de Estado y crisis económicas, a los que solamente interrumpen períodos de relativa calma democrática.

En otros términos, nuestra historia no es lineal, no transcurre puntualmente de una época a otra y, de hecho, a diferencia de lo que ocurre en otras naciones civilizadas, cada gobierno suele deshacer lo que, con enorme dificultad, construyó el gobierno anterior.

Una de las consecuencias más desafortunadas de todos esos remezones –presentes desde que el país empezó a existir como tal–, se puede traducir en una constante histórica: el exilio y la expatriación de nuestros compatriotas.

Sin el ánimo de ser exhaustivo, ya se trate de los perseguidos por la Confederación, de Rosas exiliado en Inglaterra y de los rosistas caídos en desgracia luego de Caseros, de los expulsados por la crisis de 1930, de los opositores durante la primera presidencia de Perón, del mismo Perón –diecisiete años exiliado en España–, de los peronistas durante los gobiernos de Lonardi y Aramburu, de quienes no simpatizaron con los gobiernos militares de Onganía, Livingston y Lanusse, de aquellos que padecieron la persecución de la Triple A durante el gobierno de Isabelita, de las miles de víctimas de la última dictadura, de quienes sufrieron las deficiencias de las políticas económicas de Alfonsín y de Menem, de quienes apenas sobrevivieron a la gran crisis de 2001, el éxodo ha sido incesante.

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