El Gobierno y el campo, de ellos se trata, dejaron en claro ayer que llegaron a un límite en el cual la voluntad mínima de continuar como socios -después del nuevo esquema de retenciones a las exportaciones que se aplica desde comienzos de mes- ha desaparecido.
Y, como en toda disputa, los protagonistas tienen argumentos atendibles y verdaderos.
El corazón de la pelea surge del esquema de retenciones móviles que el ministro de Economía, Martín Lousteau, anunció el 11 de marzo. Ese sistema prevé que la retención -que originariamente estaba en 35%- suba. Y que esa tasa crezca cada vez que trepe el precio de la soja a nivel internacional.
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