MIGUEL ÁNGEL VILLENA - Madrid - 29/03/2008
José Luis Borau estaba exultante y muy contento en la mañana de ayer, a pesar de que apenas había dormido cuatro horas la noche anterior. Hasta altas horas de la noche del jueves, el cineasta atendió las llamadas de periodistas, de compañeros y de amigos que deseaban conversar un rato con el flamante nuevo miembro de la Real Academia Española (RAE). El cineasta recordaba con un punto de tristeza desde su despacho del precioso edificio modernista de la Sociedad General de Autores, en pleno centro de Madrid, que sus padres se murieron pensando que su vida iba a resultar un desastre porque quería dedicarse al cine.
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