Estábamos en una cafetería. Mi hija y su amiguito querían patatas fritas. Forcejearon, el contenido del plato acabó en el suelo. Es tu culpa, dijo Allegra. La tuya, dijo Gael. No, la tuya. La tuya. ¿Queréis parar los dos de una vez?, dije yo. La culpa es de los dos y no hay patatas para ninguno. Se fueron cada uno a su esquina, enfurruñados. Y al rato volví a escuchar la misma cantinela: Tu culpa, la tuya. Bonita metáfora profética de la legislatura que se nos avecina después del "tsunami bipartidista" (otra no menos bonita metáfora por la que será recordado el potencial Ex Coordinador General de Izquierda Unida… y dudo que por mucho más, pobre). El voto útil, en teoría, nos ha librado de una buena, pero es más que posible que nos haya metido en otra peor. Sólo nos falta Bill Murray para creer que nos hemos instalado en el Día de laMarmota y que vamos a ver repetirse los mismos acontecimientos y argumentos una y otra vez en una inevitable, tediosa y autoreferente espiral que nos va a recordar a las trifulcas de dos críos de cuatro años en un patio de colegio. Y a la decepción resignada del resto de los niños a los que los dos matones no les han dejado ni probar la tarta que en teoría, habría que haber repartido entre todos. El bipartidismo es aburrido, ineficiente y corrupto, y ya va siendo hora de que exista vida política más allá de las calles Génova y Ferraz. Pero precisamente porque gracias a ella nos gobiernan, a ningún gobernante le interesa acabar con la Ley D'Hont.
lunes, 17 de marzo de 2008
Garbanzos o lentejas - Lucía Etxebarria
17 de Marzo de 2008 | Lucía Etxebarria
Estábamos en una cafetería. Mi hija y su amiguito querían patatas fritas. Forcejearon, el contenido del plato acabó en el suelo. Es tu culpa, dijo Allegra. La tuya, dijo Gael. No, la tuya. La tuya. ¿Queréis parar los dos de una vez?, dije yo. La culpa es de los dos y no hay patatas para ninguno. Se fueron cada uno a su esquina, enfurruñados. Y al rato volví a escuchar la misma cantinela: Tu culpa, la tuya. Bonita metáfora profética de la legislatura que se nos avecina después del "tsunami bipartidista" (otra no menos bonita metáfora por la que será recordado el potencial Ex Coordinador General de Izquierda Unida… y dudo que por mucho más, pobre). El voto útil, en teoría, nos ha librado de una buena, pero es más que posible que nos haya metido en otra peor. Sólo nos falta Bill Murray para creer que nos hemos instalado en el Día de laMarmota y que vamos a ver repetirse los mismos acontecimientos y argumentos una y otra vez en una inevitable, tediosa y autoreferente espiral que nos va a recordar a las trifulcas de dos críos de cuatro años en un patio de colegio. Y a la decepción resignada del resto de los niños a los que los dos matones no les han dejado ni probar la tarta que en teoría, habría que haber repartido entre todos. El bipartidismo es aburrido, ineficiente y corrupto, y ya va siendo hora de que exista vida política más allá de las calles Génova y Ferraz. Pero precisamente porque gracias a ella nos gobiernan, a ningún gobernante le interesa acabar con la Ley D'Hont.
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Estábamos en una cafetería. Mi hija y su amiguito querían patatas fritas. Forcejearon, el contenido del plato acabó en el suelo. Es tu culpa, dijo Allegra. La tuya, dijo Gael. No, la tuya. La tuya. ¿Queréis parar los dos de una vez?, dije yo. La culpa es de los dos y no hay patatas para ninguno. Se fueron cada uno a su esquina, enfurruñados. Y al rato volví a escuchar la misma cantinela: Tu culpa, la tuya. Bonita metáfora profética de la legislatura que se nos avecina después del "tsunami bipartidista" (otra no menos bonita metáfora por la que será recordado el potencial Ex Coordinador General de Izquierda Unida… y dudo que por mucho más, pobre). El voto útil, en teoría, nos ha librado de una buena, pero es más que posible que nos haya metido en otra peor. Sólo nos falta Bill Murray para creer que nos hemos instalado en el Día de laMarmota y que vamos a ver repetirse los mismos acontecimientos y argumentos una y otra vez en una inevitable, tediosa y autoreferente espiral que nos va a recordar a las trifulcas de dos críos de cuatro años en un patio de colegio. Y a la decepción resignada del resto de los niños a los que los dos matones no les han dejado ni probar la tarta que en teoría, habría que haber repartido entre todos. El bipartidismo es aburrido, ineficiente y corrupto, y ya va siendo hora de que exista vida política más allá de las calles Génova y Ferraz. Pero precisamente porque gracias a ella nos gobiernan, a ningún gobernante le interesa acabar con la Ley D'Hont.
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