jueves, 20 de marzo de 2008

Nunca aprendemos

Por Robert Fisk *
Pacifistas se manifiestan en la estación Union, ayer en Washington en la víspera de cumplirse cinco años de la guerra en Irak. Han pasado cinco años y todavía no aprendemos. Con cada aniversario los escalones se desmoronan bajo nuestros pies, las piedras se agrietan más, la arena se vuelve más fina. Cuatro años de catástrofe en Irak y pienso en Churchill, que al final llamó a Palestina un “desastre infernal”. Pero ya antes nos hemos valido de estos paralelismos y se han dispersado en la brisa del Tigris. Irak está empapado en sangre. Sin embargo, ¿cuál es nuestro estado de contrición? ¡Claro, tendremos una consulta pública, pero todavía no! Ojalá la inadecuación fuera nuestro único pecado.

Hoy estamos empeñados en un debate inútil. ¿Qué salió mal? ¿Cómo fue que los miembros del Senado romano de nuestra era no se rebelaron cuando les contaron mentiras sobre armas de destrucción masiva, sobre vínculos de Saddam Hussein con Osama bin Laden y el 11 de septiembre? ¿Cómo dejamos que ocurriera? ¿Y cómo fue que no previmos lo que vendría después de la guerra?

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