domingo, 23 de marzo de 2008

"No reconocí a mis hijos, ni ellos a mí"

Desarraigo y depresión acompañan el desembarco de la inmigración femenina
JUAN JESÚS AZNÁREZ - Madrid - 23/03/2008

Hace pocos meses, la colombiana Luz Marina A., de 51 años, acudió a un locutorio para poder ver, por primer vez en siete años, a sus dos hijos en Bogotá, de 18 y 12 años, a través de una cámara conectada a Internet. "No pude decir una palabra. Lloraba. Yo no les reconocía físicamente, ni ellos a mí. Y lo peor de todo es que me preguntaban por el dinero". Luz Marina no puede viajar a su país porque, al estar irregularmente en España, si sale, no podrá entrar. La mensualidad de 400 euros a sus hijos, de los que se separó cuando tenían diez y cuatro años, forma parte de los más de 7.500 millones transferidos por los inmigrantes en España a sus familias el pasado año.

El masivo desembarco de divisas ayuda al desarrollo, pero esconde desgarros familiares, rupturas matrimoniales, hijos descontrolados, pérdida de afectos, depresiones, malos tratos y suicidios. Son los daños colaterales de la inmigración, fundamentalmente femenina: el drama invisible. "No sé si hice bien en venirme a España", dice Luz Marina, cuidadora de una anciana española.

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