lunes, 17 de marzo de 2008

"Una no se pone a escribir pensando en las ventas"

BORJA HERMOSO 17/03/2008

Con toda probabilidad, si al siniestro caníbal aquel de Rottemburgo le hubieran hablado de un sabroso dedo humano metido en un minúsculo ataúd, el muy vicioso se habría relamido de gustirrinín, que para gustos no hay colores, ni sabores. Pero dejemos la antropofagia para los terribles sueños de la realidad, circunscribamos los dedos que viajan en ataúdes a las inofensivas páginas de la ficción -por ejemplo, el muy inquietante novelón Los crímenes del número primo, de Reyes Calderón (RBA Editores)- y despachémonos como Dios manda estas alcachofitas con foie que se acercan a bordo de la bandeja diciendo "comedme". El humo asciende hacia los nostálgicos techos de La Perla (hotel y abrevadero de Hemingway en Pamplona, hoy lujosamente reconvertido en posadón de cinco estrellas) y la invitada mira de reojo con leve gesto de desgana y susurra: "Yo es que soy de poco comer". Y encima, añade: "Vino, yo no tomo".

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